sábado, 30 de enero de 2010








Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.

Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.

Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.








Echar de menos
es sentir el alma disolviéndose en el aire.
Es abrir los ojos y de golpe no ver nada.
Estirar las manos hasta el cielo y no tocar.

Echar de menos
es quemarse la razón con los recuerdos.
Sonreir de pronto sin tener ningún motivo
o llorar como una niña en el silencio.

GENIAL AUSTER.

[...] Era imposible que supiera que el siete de junio de 1985, apenas una semana antes de nuestro décimo aniversario de boda, mi mujer y mis dos hijos habían muerto en un accidente de avión. Habría visto, quizá, que el libro estaba dedicado a ellos (A Helen, Todd y Marco: in memoriam), pero esos nombres no le habrían dicho nada, y aunque hubiese adivinado la importancia que tenían para el autor, no habría sabido que, para él aquellos nombres representaban todo lo que tenía algún sentido en la vida; ni que cuando Helen murió a los treinta y seis años, Todd a los siete y Marco a los cuatro, prácticamente él también había muerto con ellos [...]

Recuerdo muy poco de lo que me ocurrió aquel verano. Durante varios meses viví en una niebla alcohólica de dolor y lástima de mí mismo, rara vez moviéndome de casa, apenas molestándome en comer, afeitarme o cambiarme de ropa. La mayoría de mis colegas se habían marchado hasta mediados de agosto, así que no tuve que aguantar muchas visitas, pasar por las formalidades del duelo colectivo. Todos tenían buena intención, desde luego, y cuando algún amigo pasaba a verme, siempre lo invitaba a entrar, pero sus emotivos abrazos y sus largos e incómodos silencios no servían de mucho. Sería mejor que me dejaran solo, pensaba, que me permitieran sobrellevar los días en la oscuridad de mi mente.
Cuando no estaba borracho o tirado en el sofá del salón mirando la televisión, pasaba el tiempo deambulando por la casa. Iba a las habitaciones de los niños y me sentaba en el suelo, rodeado de sus cosas. No era capaz de pensar directamente en ellos ni de traerlos a la memoria de manera consciente, pero cuando completaba sus rompecabezas y jugaba con sus piezas Lego, construyendo estructuras cada vez más complejas y elaboradas, me daba la sensación de habitarlos de nuevo por un momento, de proseguir para ellos sus pequeñas vidas fantasmas repitiendo los gestos que hacían cuando aún no tenían cuerpo. Me leí de cabo a rabo los libros de cuentos de Todd y le organicé los cromos de béisbol. Clasifiqué los animales disecados de Marco según la especie, color y talla, cambiando de sistema cada vez que entraba en el cuarto. Así se esfumaban las horas, días enteros fundidos en el olvido, y cuando no podía soportarlo más, volvía al salón y me ponía otra copa. En las raras noches en que no perdía el conocimiento en el sofá, me iba a dormir al cuarto de Todd. Si me acostaba en mi cama, siempre soñaba que Helen estaba conmigo, y cada vez que intentaba tocarla, me despertaba con una sacudida, súbita y violenta, las manos temblorosas y los pulmones inhalando compulsivamente, con la sensación de que había estado a punto de ahogarme.
No podía entrar en nuestra habitación después de anochecer, pero de día pasaba mucho tiempo allí, metido en el armario de Helen, tocando su ropa, colocando sus chaquetas y rebecas, descolgando los vestidos de las perchas y extendiéndolos en el suelo. Una vez me disfracé con uno, y en otra ocasión me puse ropa interior suya y me maquillé la cara con sus pinturas. Fue una experiencia profundamente satisfactoria, pero al cabo de cierta experimentación adicional, descubrí que el perfume era aún más eficaz que el lápiz de labios y el rímel. Parecía recuperarla de manera más vívida, evocar su presencia durante períodos más largos. Por suerte, en marzo acababa de regalarle otro frasco de Chanel nº5 para su cumpleaños. Limitándome a aplicarme pequeñas dosis dos veces al día, conseguí que el frasco me durase hasta finales del verano.
Pedí excedencia todo el semestre, pero en vez de marcharme o someterme a tratamiento psicológico, me quedé en casa y seguí hundiéndome. A finales de septiembre o primeros de octubre, me soplaba más de media botella de wisky todas las noches. Eso mitigaba bastante mi capacidad de sentir, pero al mismo tiempo me privaba de toda sensación de futuro, y cuando alguien no espera nada, más le valdría estar muerto. Más de una vez me contuve en medio de prolongadas fantasías sobre pastillas para dormir y gases de monóxido de carbono. Nunca llegué a pasar a los hechos, pero siempre que recuerdo aquellos días, veo lo cerca que estuve. Las pastillas estaban en el botiquín, y ya había cogido el frasco del estante en tres o cuatro ocasiones; ya había tenido unas cuantas en la mano. Si la situación se hubiera prolongado por más tiempo, dudo que hubiese tenido fuerzas para resistir.
Así se me presentaban las cosas cuando Hector Mann apareció inesperadamente en mi vida. Yo no tenía idea de quién era, nunca me había encontrado con una alusión a su nombre, pero una noche, poco antes de que empezara el invierno, cuando los árboles se habían quedado finalmente desnudos y las primeras nieves amenazaban con caer, por casualidad vi en la televisión un fragmento de una de sus películas antiguas, y me hizo reír. Eso quizá no parezca importante, pero era la primera vez que me reía desde junio, y cuando noté que aquel inesperado espasmo me subía por el pecho y cascabeleaba en mis pulmones, comprendí que aún no había tocado fondo, que en cierto modo aún deseaba seguir viviendo. De principio a fin, no pudo haber durado más de unos segundos. Como risa, no fue especialmente estentórea ni sostenida, pero me pilló de sorpresa, y como no le opuse resistencia ni tampoco me sentí avergonzado de mí mismo por haber olvidado mi desgracia por aquellos breves momentos en que Hector Mann apareció en pantalla, me vi obligado a concluir que dentro de mi había algo que anteriormente no había imaginado, algo distinto de la pura y simple muerte. No estoy hablando de intuiciones vagas ni de una patética nostalgia de lo que habría podido ser. Realicé un descubrimiento empírico que llevaba consigo todo el peso de una prueba matemática. Si conservaba la capacidad de reír, es que no estaba completamente insensibilizado. Significaba que el muro que había puesto entre el mundo y yo no era lo bastante grueso para impedir que algo se filtrase. [...]

jueves, 21 de enero de 2010

RENOVADA RUTINA...













Ayer estuve en Ourense, regresé al paisaje habitual de mis últimos años tras permanecer alejada un tiempo.
Y la noté diferente. La ví con los mismos ojos que cuando regresé para trabajar después de estar tres años en Pontevedra. Ojos de ternura. Ojos de nostalgia por los buenos momentos allí vividos.
Pero no ojos tristes. Porque la alegría me la daban las personas. Y, afortunadamemte, todas continúan en mi vida.
Ha cambiado. Pero hay que alejarse para apreciarlo.
Las calles son ahora diferentes. Las casas y los colores también.
Incluso las personas. Algunas se han convertido en madres. Otras se han separado y están buscando su nuevo comienzo y otras sueñan con marcharse lejos...
Pero la esencia permanece. La gente continúa siendo acogedora y amable. Y sencilla. Sin más ornamentos que los necesarios. Gente sincera que te mira directamente a los ojos y te hace sentir que puedes contar con ellos.
Me gustó volver.

viernes, 15 de enero de 2010

HAITÍ.
















Solidaridad: (Definición de la Real Academia Española de la Lengua)

(De solidario).

1. f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.

2. f. Der. Modo de derecho u obligación in sólidum.



Contraviniendo la letrada definición de la R.A.E, no creo que se trate de adherirse a la causa "de otros".
El mundo nos pertenece a todos/as y, aún sin haber estado nunca en Haiti, no cuesta visualizarse recorriendo esas playas de ensueño o sintiendo sus cálidas aguas acariciar nuestra piel.
Lo que ha ocurrido es una desgracia. Una desgracia que nos afecta a todos y sobre la que todos tenemos una responsabilidad. Los afectados son seres humanos, hermanos nuestros que nos necesitan y no podemos girar la cabeza en otra dirección.
Son tiempos difíciles en los que cuesta rascarse el bolsillo, pero cualquier aportación por pequeña que sea, sirve de ayuda para empezar de cero, para reconstruír esa hermosa isla.
Prácticamente todos los bancos disponen de algún número de cuenta habilitado por ONGs en los que podemos donar un poco de ayuda (no importa la cantidad, reciben ayudas desde 1 euro).
Y aún sabiendo que probablemente una gran parte de nuestra aportación irá a manos de intermediarios y chupópteros que hacen de la necesidad un negocio, si conseguimos que llegue el 10% de nuestro donativo, cambiaremos algo y estaremos luchando por hacer del mundo un lugar mejor.

jueves, 14 de enero de 2010

ME PARTO Y ME MONDO!!












ORACIÓN DE LA OBREGÓN PARA ENCONTRAR NOVIO (Hay que rezarla tooodas las noches):

"San Antonio, encuéntrame un buen novio.
San Gabriel, haz que me sea fiel.
San Erasmo, que consiga llevarme al orgasmo.
Santa Carlota, que la tenga grandota.
San Hilario, que me dé su salario.
Y, por último, Virgen de Logroño, que le guste comer el ***"



Si funciona, todas devotas!!

miércoles, 13 de enero de 2010













Je t'aime mi amoré menebêff fie
Ene le arabylyla to much

Namafiye, namafiye guni yerela ba namafiye Niere a ná nifon
Ye namo kofue nerum silê don kile le, ina kola ahaha
Rile enela munuku mo sô
Nienama kofiye, soro falê é mo sonho mana osi koté
Nanana nekona, dê i lêlê fon

Je t'aime mi amoré menebêff fie Nê comf fop ach ari
Ene le arabylyla to much Xurin né bi feu J t'aime [...]

A LA COLA!!


Mañana me toca volver a hacer cola delante de la "empresa más grande de España", pero no hay que deprimirse... Sirve para conocer a gente, en ocasiones interesante, otras veces... pufff!! Mamma mía!! Recuerdo uno que aprovechó la media hora que nos tiramos esperando a que abriesen (uno de los días maaas fríos del año, he de decirlo) para narrarme con pelos y señales su nula vida sexual y lo caliente que él era (motivo por el cual debía frecuentar clubes y carreteras de dudosa reputación con asiduidad)
Y todo esto a las 8:30 de la mañana, cuando una aún no sabe ni dónde queda su mano izquierda...
Un poquito de por favor...

lunes, 11 de enero de 2010

FELIZ CUMPLEAÑOS BE!!!













Con un día de antelación, pero es que mañana no tendré acceso a internet!!!

Joeux Anniversaire!!

DAMALANOPE SAMA KHOL!!

jueves, 7 de enero de 2010

PIRATEANDO FOTOS...
























No he podido resistirme a "piratear" estas fotos de otro blog... (el de Raquelita), porque no tenía ninguna foto de fin de año (lo que sí tengo es una gran laguna mental de lo que pasó esa primera noche de esta década que ahora empieza, con lo cual, siempre viene bien tener pruebas a mano que te ayuden a reconstruír la noche de autos, jejeje..)
No estamos todos/as los que éramos, pero sí que somos algunos/as de los que estábamos, en una noche que sirvió para dar la bienvenida al nuevo año y al piso de la Mari y para reencontrar a viejos amigos, que al final es para lo que vale todo este rollo de las Navidades.