sábado, 4 de septiembre de 2010


Ourense sigue siendo, en verano, una ciudad axfisiante, desértica, árida, agobiante, dura, deprimente, vacía, triste, envejecida, abandonada, gris, insulsa... pero, con la compañía adecuada, he vuelto a verla con ojos nuevos, a valorar sus posibilidades y a redescubrir sus encantos.

Lo cierto es que muchas veces no es el lugar, sino nosotros mismos, nuestro estado de ánimo el que convierte un sitio en el paraíso o en el peor lugar de la tierra.

Me alegro de tener personas tan positivas alrededor, os necesito a todos/as el sábado, y el domingo, y el lunes, y el martes... Y siempre!!

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