jueves, 29 de julio de 2010

AQUIETAR LA MENTE.


El otro día vi en la tele parte de una entrevista que le realizaron a Constantino Romero. Ha trabajado como actor y como presentador de TV, pero sin duda, la faceta que más fama le ha conferido ha sido la de actor de doblaje.
Gracias a su inconfundible voz, se han reproducido en la gran pantalla frases tan míticas como el "Volveré" de Terminator, "Luke, yo soy tu padre", de la Guerra de las Galaxias e incluso ha sido el padre de Simba, "el rey león".
El motivo de la entrevista se centraba en la reciente elección de Constantino como "la voz de Dios" en una encuesta realizada a miles de jóvenes a través de facebook.
Por una mayoría aplastante, los jóvenes españoles consideran que la voz que más se asemejaría a la del todopoderoso es la de este carismático actor.

La parte que mas me gustó de la entrevista fué precisamente la relativa a las creencias religiosas del entrevistado. El presentador le preguntó si creía en dios y si practicaba alguna religión.

Constantino respondió que como todo el mundo, posee inquietudes espirituales, pero que sus "diálogos con dios" los mantiene de un modo íntimo y personal. Considera que las religiones lo único que pretenden es convertirse en "el instrumento" para llegar a dios. En el único instrumento, la única vía, el peaje nececesario por el que todos deben pasar si quieren "alcanzarlo" y eso le parecía fatal.

No se centró en ninguna religión en concreto, ya que considera que todas (cristiana, musulmana, judía, etc...) pretenden acaparar la espiritualidad en exclusiva y eso es un gravísimo error. El diálogo con dios, la espiritualidad de cada persona debe ser algo exclusivo, parte de la esfera más privada de cada persona, pues el desarrollo espiritual de cada uno de nosotros es único e irrepetible.

Claro que si las religiones aceptasen esto, se les acabaría el chollo. El negocio que tienen montado en torno a la fé y a la devoción de las personas.

Dos días después de la entrevista, me fuí a la playa con mi queridísimo Ata. Una persona que no solo se esfuerza por crecer espiritualmente de un modo "teórico", sino que además lleva este esfuerzo a la práctica. Es una BUENA persona, en toda la amplitud de la palabra. Una persona que lucha por hacer del mundo un lugar mejor, que ama a sus semejantes y que intenta ayudar siempre que puede.

Le comenté la entrevista y le pedí su opinión. Estábamos tirados boca abajo encima de una colchoneta en medio del mar, remando con los pies y disfrutando de uno de los momentos más relajantes que recuerdo (al tiempo que combatíamos la ola de calor axfisiante que estamos padeciendo)

Su respuesta fué tan brillante como siempre: No necesitas intermediarios para desarrollar tu espiritualidad. Estás conectada con todo. Todos lo estamos. Lo que ocurre es que estamos tan ocupados con tantas distracciones: trabajo, compromisos,problemas, etc... que somos incapaces de ver lo que tenemos delante de nuestras propias narices.

Si consigues aquietar tu mente, entrarás en un estado en el que podrás comprobar que todo "encaja", que no existen problemas imposibles de solucionar y que todas las respuestas están en tí.

No es fácil conseguirlo, pues cuando intentas lograr esa concentración exclusiva en el momento presente, vienen a tu cabeza ideas del tipo: "menuda pérdida de tiempo, con la de cosas que tengo que hacer" y todos los "demonios" que acaparan tu mente te invaden. Para ello, resulta muy útil imaginarse una escalera sin fin y visualizar cada uno de sus peldaños. Peldaños que vas contantando uno a uno y, si algo te aparta de esa tarea, vuelves a comenzar. Hasta que lo único que importe en ese momento sean los peldaños. Y en ese momento, libre de ruidos, en calma absoluta, obtendrás tus respuestas (no es una mala "inversión" para un beneficio tan alto).

El caso es que allí tirada, no me hizo falta imaginarme ninguna escalera. Fuí capaz de concentrarme en el vaiven de las olas y conseguí ver resplandecer el agua como nunca.

Y en medio de la nada, obtuve algunas respuestas.

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