miércoles, 3 de febrero de 2010
















El fuego se combate con el fuego. Las palabras con palabras.
Desde hace un tiempo, vengo observando con gran pesar como una persona que consideraba inteligente, creativa y dulce (cualidades que no dudo que siga conservando, por supuesto), ha radicalizado su pensamiento hasta extremos que rozan el fanatismo.
Enarbola la bandera de la intolerancia y afirma sin dudar que existen verdades absolutas que no pueden ser cuestionadas. Rectifico: sólo existe una verdad: la suya. La que apoya a un único dios verdadero: el de los cristianos. ¿Qué sucede con el dios de los judíos, de los musulmanes o incluso, el no-dios de los budistas o con la verdad de los ateos?. Son borrados de un plumazo, no son tenidos en cuenta. Peor aún, la gente que piensa diferente son tachados de personas "sin valores" (personas light, término acuñado hace años por un psiquiatra ultra católico llamado Enrique Rojas, cuyo libro tuve la desdicha de leer en primer año de facultad. Año en el que una profesora, de similar ideología, nos obligó a leer con la esperanza de influír en nuestras jóvenes mentes para que posteriormente pudiesemos conjugar nuestra labor profesional con un apostolado lleno de convicción).
Pues bien, me toca los ovarios que se me tache de "persona sin valores", porque considero que los tengo y que van más allá del discurso anacrónico y barato que hace la iglesia católica en numerosas ocasiones.
Uno de los valores que intento cultivar es el de la congruencia. El de intentar vivir de forma honesta, intentando no hacer daño a nadie y ayudar en lo que pueda.
Y no soy la única. Afortunadamente, conozco a muchas personas así.
Personas que en un momento dado, han tenido que enfrentarse a situaciones tildadas como anti-natura por la iglesia: personas que abortaron, personas que estuvieron a punto de suicidarse, personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo, por no hablar de las que mantienen (mantenemos, gracias a Alá), relaciones sexuales prematrimoniales. Buenas personas a las que nadie tiene derecho a tachar de "ligth" porque no lo son.
Un gran y sabio amigo mío me dijo una vez que, aunque me ardan las entrañas por dentro (que en este caso me arden, he de reconocerlo), también debo respetar a los que piensan de manera tan radical. Es lo que tiene la tolerancia, si la preconizas, hay que ser consecuente y tolerar que no todo el mundo piense como tú.
E incluso, si en nombre de los fanatismos se cometen aberraciones como las cometidas en la II Guerra Mundial ya que, aunque cueste verlo, dentro de lo malo siempre hay algo bueno (llámese aprendizaje, memoria histórica o lo que sea) y dentro de lo bueno siempre hay algo malo. Es el ying y el yang (hay un punto de luz dentro de la oscuridad y un punto de oscuridad dentro de la luz). Es el equilibrio natural de las cosas. No todo tiene que ser blanco o negro. A diferencia de mi amiga, yo sí creo que se puede relativizar y que la proverbial frase de que "en el medio está la virtud" tiene mucho de cierto.
En fin, que como me aconsejaría mi amiga Bea: respira, que se vaya el cabreo tonto que has pillado y que cada uno crea o piense lo que quiera. Tú deseale lo mejor y no agarres más disgustos que los absolutamente necesarios.
En el tema de la religión no tengo clara mi postura, pues no me considero atea y, aunque no me gusta y discrepo enormemente con el catolicismo, de vez en cuando ves que hay religiosos que llevan a cabo una gran labor e incluso me sorprendo a mí misma rezando en voz baja en determinadas situaciones (rezando al dios que conozco por mi cultura y por el entorno en el que me he criado). Pero lo que sí que tengo claro es que por encima de las religiones están las personas y que si una amiga desea abortar y me pide ayuda, no dudaré ni me plantearé cuestiones morales.
En el caso de mi amiga, este fervor religioso puede haberse incrementado como forma de mimetizarse con su pareja, pues en ocasiones (y más frecuentemete las mujeres), creemos que si adaptamos totalmente nuestros gustos, intereses, deseos y nuestra manera de pensar a la de nuestra pareja, la relación será mejor y el compromiso será mayor (no lo digo yo, lo dicen psiquiatras que se han tirado años estudiando el tema. Es una especie de aprendizaje infantil: "si me porto bien, me querrán más")
En cualquier caso, vuelvo a respirar hondo y a desear suerte a todo el mundo....

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