jueves, 29 de abril de 2010

MURPHY EXISTE...
















Esta mañana, he comprobado la veracidad de aquella máxima de la Ley de Murphy: "Todo puede ir a peor".

Me desperté llena de prisas y de legañas. Prisas por un retraso evidente en mis obligaciones y legañas por no haber dormido lo suficiente.

Normalmente, dejo la cafetera a punto por la noche, anticipandome a mis facultades mañaneras disminuídas, pero ayer me olvidé de hacerlo. Con las prisas, me olvidé de llenar con agua la cafetera y después de más de media hora sin oir ruido alguno, esperando como una boba por el mejor perfume del mundo: el aroma de un buen café recién hecho, me dí cuenta de que no había puesto el agua y de que me había equivocado de botón en la cocina. El horno llevaba media hora calentando aire. Y yo sin café.
Para rematarla, me metí en la ducha y disfruté como una enana del agua calentita, que me dejó limpia y radiante y me despejó para enfrentarme al mundo.

Pero al salir, me esperaba otra desagradable sorpresa. Dentro del creciente repertorio de manías personales, que he ido (y sigo) acumulando a lo largo de estos años, está el de tender las toallas en la terraza al acabar de ducharme, porque detesto el olor a humedad que queda dentro del baño si las cuelgo mojadas (pajas mentales personales, ya lo sé, pero tengo una peor: lavarme 200 veces al día las manos!)

El caso es que al salir de la ducha me dí cuenta de que las toallas seguían en la terraza. Terraza que da a una plaza. Plaza donde se ubican unos juzgados. Juzgados que a las 8 de la mañana están a tope de gente. Gente que sin duda pudo contemplar un espectáculo mañanero lamentable, pues no tengo yo cuerpo para muchas exhibiciones, pero llegado ese momento, ya me daba igual. Estaba empapada y muerta de frío, casi me parto una pierna intentando echar a correr, pero aún así, nadie les libró de mi top-less matutino.

Y en el garaje, otra sorpresa: Una terrorista del volante, que a la vez que conducía, hablaba por el móvil y miraba hacia atrás para entretener a su hijo, me embistió por detrás. Afortunadamente, sin graves consecuencias. Lo peor fué bajarme, forzar la sonrisa y mentir como una bellaca: "No pasa nada, le dije. No es nada". Por dentro, lamenté pertenecer a una sociedad que ensalza la asertividad, la expresión comedida de las emociones y la "buena educación", y me vino a la cabeza la forma de solucionar los problemas que tienen algunos gitanos con los que he trabajado. Me dieron ganas de tirarme a su cabellera al grito de "Me cago en tu raza!!, que no se puede ser más tooooorpeee!!!" Sí, ya sé que políticamente no es demasiado correcto, pero... y lo a gusto que me habría quedado?!!

Pero lo dicho... todo puede ir a peor. Y sólo son las 9 de la mañana...

1 comentario:

  1. Jajajjaja siempre me sacas una sonrisa!

    A mí el café me encanta y el olor que tú dices es maravilloso, soy muy cafetera pero me los tengo que preparar yo porq los tomo fríos, con leche y sin azúcar. Otro olor que me chifla es de la crema nivea.

    Yo tengo un familiar al que he puesto de mote Farruquita porq le pasó algo así, hay q estar atento joer, por estas chorradas de despiste al otro le pueden poner un collarín.

    Un beso!! He decidido que cada vez q yo escriba algo voy a leer inmediatamente lo tuyo porq mientras q lo mio hace q me lamente de pertenecer a la raza humana lo tuyo me serena y me divierte muas!!

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