El equilibrio psicólogico permite al individuo estabilizar las emociones y canalizar de forma adecuada las alteraciones que puede sufrir su estado de ánimo. En general, el espíritu de todas las personas oscila entre extremos opuestos: por un lado, está vinculado a todo lo que resulta agradable y produce sensación placentera o eufórica; por otro, va unido a lo desagradable, e induce a sentir depresión o dolor.
Las personas que gozan de equilibrio psicológico reaccionan con moderación y de manera proporcionada ante los estímulos externos, dominan los impulsos, luchan por mejorar las situaciones adversa, confían en sus propias capacidades, su afectividad es estable y, en general, cumplen tres características:
Poseen el grado justo de sensibilidad. No actúan de forma exagerada con gritos o lloros desproporcionados, pero son capaces de sentir compasión, vergüenza, tienen conciencia ética...
No pierden el control. Conocen sus limitaciones y aptitudes, valoran sus capacidades, se enfrentan al contratiempo, intentan solucionarlo sin acudir a vías de escape: drogas, alcohol...
No reprimen la expresión emotiva. Saben compartir, pedir ayuda u ofrecerla.
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