Érase una vez, en un reino muy muy lejano, que vivía un rey viúdo con su hermosa hija.
La hermosura de la joven era tal, que, de un extremo a otro de los reinos adyacentes, todos hablaban de ello y hacían conjeturas acerca de quién sería el afortunado joven que consiguiese casarse con ella.
Un día, su padre, el rey, notándose muy viejo y enfermo, decidió convocar a los príncipes casaderos de los reinos cercanos, con el propósito de que su hija escogiese a aquel joven que había de acompañarla por el resto de sus días, ahora que él veía cercana su muerte.
-"Te casarás con aquel que tu corazón elija", le comunicó el monarca.
El día del encuentro, decenas de apuestos príncipes acudieron al castillo del rey, albergando en sus corazones la esperanza de ser ellos los elegidos.
Uno a uno, la princesa fué conociendo a cada candidato, cuando, de pronto, sus ojos y su corazón se posaron en un apuesto príncipe, venido allende los mares para conocerla.
-"Tú. Tú eres el elegido", afirmó la princesa. -
"Pero antes de tenerme, deseo comprobar que realmente me amas".
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"Te amo princesa, y tus deseos son órdenes para mí. Pídeme lo que quieras y te desmostraré que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para estar contigo", respondió el joven príncipe.
-"Quiero que permanezcas 100 días bajo mi balcón, sin moverte para nada y si lo consigues, me casaré contigo".El príncipe accedió a la petición de la princesa y se mantuvo firme bajo su alcoba. No se movió de allí ni para comer ni para buscar un sitio donde dormir.
Soportó las inclemencias del tiempo: calores intensos e inviernos amargos, soportó la lluvia arreciando sobre su cuerpo, el frío calando sus huesos y el calor que le quemaba la piel. Todo ello con tal de pasar el resto de su vida con su ser amado.
Le faltaba una hora para cumplir con su objetivo, cuando el príncipe, decidió levantarse y abandonar aquel lugar.
La princesa, atónita al ver aquello, se asomó al balcón y le preguntó extrañada:
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"Apenas faltan 50 minutos para que se cumpla lo pactado y podamos estar juntos para siempre, ¿por qué decides abandonar ahora?" El joven príncipe, se volvió hacia ella y con el gesto triste y la voz cargada de decepción y melancolía le contestó:
-"He permanecido 100 días esperando bajo tu ventana. He pasado, habre, frío, sed y cientos de calamidades, y todo porque te amaba. Y tú, en ningún momento te has compadecido de mi. En ningún momento me has dado comida, ni me has cobijado del frío. No te has preocupado por mi y tu corazón no ha mostrado la mínima compasión. No merece la pena casarse contigo"Dicho lo cual, el príncipe se alejó para no regresar jamás.
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