LUC 10:19 He aquí, os doy autoridad de pisar serpientes, escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará.
LUC 10:20 Sin embargo, no os regocijéis de esto, de que los espíritus se os sujeten; sino regocijaos de que vuestros nombres están inscritos en los cielos.El único evangelista dió un nombre a su obra fue Lucas. Lo llamó "relato", y explicó que se había informado minuciosamente antes de escribirlo, y que había procurado hacer una exposición ordenada (véase Lc 1,1-4).
La clasificación de estos relatos como "evangelios" es tardía, pero aporta un dato interesante: a los cristianos de la segunda mitad del siglo II d. C. les resultaba difícil clasificar los relatos que contenían los recuerdos sobre Jesús con los términos que solían utilizarse para obras similares, porque las biografías no se ajustaban exactamente a su estilo y contenido; por eso decidieron darles un nombre nuevo, y los llamaron evangelios.
Es evidente que los evangelios tienen una intencionalidad biográfica, pues el propósito de sus autores fue componer un relato sobre Jesús, contando fielmente lo sucedido (Lc 1,1-4). Pero el criterio que siguieron los evangelistas al componer sus obras fue claramente pastoral (buscaban evangelizar). Lucas confiesa que su propósito fue fortalecer la fe de sus lectores (Lc 1,4), y Juan escribió el suyo, "para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, y gracias a él, tengáis vida eterna"(Jn 20,31). Esta finalidad pastoral hace de los evangelios unos relatos muy particulares. En ellos se mezcla la fidelidad a la historia y a la tradición sobre Jesús con las necesidades de las comunidades cristianas, cuya fe intentan fortalecer.
¿Qué son los evangelios?Resulta difícil definir con precisión qué es un evangelio, pero no es tan difícil describir los rasgos que caracterizan a los evangelios canónicos.
En primer lugar, los evangelios no son pura invención de sus autores, sino que recogen una tradición anterior, transmitida por los discípulos de Jesús en el seno de las comunidades cristianas. Esta fidelidad a la tradición recibida revela un claro interés histórico, aunque su concepción de la historia es distinta a la que tenemos los occidentales del siglo XX.
En segundo lugar, su contenido está organizado según un esquema común, cuyas raíces se encuentran en la predicación cristiana (Hch 10,37-40): comienzos relacionados con Juan Bautista, ministerio público, pasión y resurrección. Este trazado común sirve para situar dentro de un marco narrativo los dichos y acciones de Jesús, que habían sido transmitidos y conservados en las comunidades cristianas. La combinación de todos estos elementos sólo se encuentra en los evangelios canónicos, y es uno de los elementos que los distinguen de los evangelios apócrifos, como veremos más adelante.
En tercer lugar,
aunque su forma externa es la de una biografía, en realidad su intención más profunda es de tipo pastoral. Los evangelios no son sólo la narración de unos acontecimientos históricos, sino la proclamación del gran acontecimiento de la salvación. Quienes los escribieron querían fortalecer la fe de sus comunidades y comunicar a otros un testimonio de fe, basado en una experiencia que había cambiado radicalmente sus vidas.
2. Los evangelios apócrifosAdemás de los cuatro evangelios incluidos en el canon del Nuevo Testamento, en los primeros siglos de la iglesia surgieron otros escritos que también recibieron este nombre. Son los evangelios "apócrifos", palabra que en griego significa "oculto" o "escondido".
¿Un mensaje oculto?
Algunos grupos cristianos les dieron este nombre porque, según ellos, contenían enseñanzas ocultas de Jesús, que estaban reservadas sólo a los iniciados. Este carácter esotérico de algunos de ellos ha hecho surgir un gran interés por los evangelios apócrifos. La realidad, sin embargo, es que el término "apócrifo" se utiliza para designar a los escritos cristianos de los primeros siglos que tenían alguna semejanza en su forma o en su contenido con los escritos contenidos en el canon del N.T. Los evangelios apócrifos son, pues, escritos relacionados con la vida o enseñanzas de Jesús compuestos durante los primeros siglos del cristianismo, pero que no fueron admitidos dentro del canon.
El adjetivo "apócrifo" se aplica a escritos muy variados, tanto por su contenido y su forma, como por su procedencia y fecha de composición. Algunos son muy antiguos, otros son más tardíos; unos fueron escritos para comunidades judeocristianas, otros fueron reelaborados o compuestos por grupos gnósticos. De algunos sólo nos han llegado las citas recogidas por otros escritores cristianos; otros se han conservado en traducciones a otras lenguas antiguas. Un grupo importante de ellos, compuestos o reelaborados en el seno de grupos gnósticos, fueron hallados en 1945 en Nag Hammadi (Egipto) en los restos de un monasterio copto.
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