sábado, 7 de noviembre de 2009

Beatriz del Congo (Doña Beatriz Kimpa Vita) (1682-1706)



La “Juana de Arco” africana.

La decadencia del Reino Congo comenzó precisamente en 1491, cuando los portugueses arrivaron a sus costas. Al principio, una vez convertidos y bautizado el rey (y su familia), lo trataron como un igual pero pronto lo trataron como un vasalo más, obligado a pagar impuestos (mediante esclavos y riquezas del país). Los gobernadores de cada zona vieron que quien en realidad mandaba era el rey de Portugal y eso hizo que pronto se convirtiera ese gran reino en variados reinos gobernados por el administardor regional de turno, quedando por ello a expensas de los ataques y expolios de portugueses, españoles y franceses, vaciando politica y culturalmente el pais (el cambio drástico de la antigua religión a la católica y la poca preocupación de la iglesia católica portuguesa en este reino también trastocó fuertemente la religiosidad del pais)
Es en ese estado del pais cuando empiezan a surgir varios profetas mesiánicos que se levantan para proclamar sus visiones socio-religiosas. El más importante de éstos fue la mujer que nos ocupa, Kimpa Vita, (conocida con el nombre católico de doña Beatriz) una mujer joven que se presentaba como portavoz del espíritu de San Antonio de Padua (santo muy popular y milagrero). Ella empezó a predicar en San Salvador (antigua Mbanza Kondo) argumentando que era voluntad de Dios que fuera restaurada como la capital del Congo así como que Jesús, María y sus Discípulos eran Congoleños por lo que la ciudad se convirtió en una especie de Belén bíblico.
Esta llamada a la unidad congoleña con una sola capital encontró gran eco por ello Kimpa inicia especie de cruzada contra toda influencia extranjera.
Tuvo un hijo y argumentó que al igual que María, ella permanecía Virgen.
Portugal, viendo en peligro su influencia económica en la zona, consigue, mediante un sacerdote capuchino leal, convencer a las autoridades congoleñas de que Doña Beatriz es una bruja por lo que la acusan de brujería y es sentenciada a la hoguera. Muere a la edad de 24 años, quemada viva, acompañada por su hijo en brazos.

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